Cómo actuar si tu inquilino tiene mascotas prohibidas

Cómo actuar si tu inquilino tiene mascotas prohibidas

Publicado el 19 de agosto de 2025


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Evaluar contrato y leyes aplicables

Antes de actuar frente a un inquilino con mascotas prohibidas, el primer paso es revisar con detalle el contrato de arrendamiento. Es frecuente que el documento incluya una cláusula específica que prohíbe tener animales o que condicione su tenencia a una autorización escrita del propietario. También puede establecer condiciones intermedias: permitir mascotas de pequeño tamaño, exigir seguros de responsabilidad civil, o limitar el número de animales. Esta cláusula es la base para acreditar el incumplimiento, por lo que conviene disponer de la última versión firmada, anexos y comunicaciones posteriores que hayan modificado el régimen de mascotas.

Paralelamente, conviene considerar la normativa aplicable. En los arrendamientos de vivienda suele regir la legislación de arrendamientos urbanos junto con las ordenanzas municipales de convivencia, salubridad y tenencia de animales. Aunque un contrato prohíba las mascotas, hay matices: no es lo mismo una prohibición genérica que una situación donde el animal provoca daños, molestias o riesgos de insalubridad. La práctica recomienda combinar la vía contractual (incumplimiento del pacto) con la vía administrativa si existen ruidos continuados, olores, suciedad en zonas comunes o incumplimiento de normas de convivencia, porque las actas o sanciones municipales refuerzan la posición del propietario.

También es relevante analizar la proporción y la buena fe. Si la presencia del animal es puntual (por ejemplo, una mascota de un familiar de visita) no es equiparable a la tenencia estable de varias mascotas que alteran el uso pacífico del inmueble. El objetivo no es castigar, sino restaurar el equilibrio contractual. Por ello, antes de iniciar medidas contundentes conviene dejar constancia y ofrecer una salida razonable: retirar la mascota, cumplir reglas básicas o contratar un seguro. De este modo, ante un eventual proceso, podrá acreditarse que se actuó de forma escalonada y proporcionada.

Checklist inicial: contrato firmado, anexos, normas de la comunidad, ordenanzas municipales, pólizas de seguro del inquilino y cualquier consentimiento previo escrito.

Verificar pruebas y documentación

Afirmar que el inquilino tiene mascotas prohibidas no basta; hay que acreditarlo. La prueba puede apoyarse en fotografías con metadatos, vídeos, mensajes del propio inquilino reconociendo la tenencia, testimonios de vecinos o del administrador de fincas y, cuando sea posible, actas notariales que consignen la situación. Si hay daños, conviene recabar presupuestos o informes técnicos que valoren su alcance. Además, conserva cualquier comunicación previa donde se le haya recordado la prohibición. Cuanta más información objetiva reúnas, más sólida será tu posición.

La documentación no se limita a “probar que hay mascota”. Es recomendable distinguir entre prueba de la tenencia y prueba de las consecuencias: ruidos, olores, suciedad, mordeduras, destrozos en paramentos o zonas comunes, o incumplimientos de la comunidad de propietarios (por ejemplo, entrar con el animal sin correa o dejar excrementos en el portal). Esta segunda categoría es especialmente valiosa cuando desees fundamentar un requerimiento contundente o una resolución del contrato por incumplimiento grave.

Si sospechas que se están ocultando las mascotas (por ejemplo, los sacan en horarios inusuales o solo están presentes algunos días), coordina la obtención de pruebas sin invadir la intimidad. Nunca intentes entrar a la vivienda sin consentimiento o mandato judicial. Apóyate en terceros imparciales, como el administrador, o en actas de la comunidad cuando existan incidencias reiteradas. En comunidades con cámaras en zonas comunes, solicita por el cauce adecuado la conservación de las grabaciones que muestren el paso frecuente del animal.

  • Fotografías y vídeos con fecha verificable.
  • Mensajes o correos donde el inquilino reconoce la mascota.
  • Comunicaciones de vecinos y del administrador de fincas.
  • Presupuestos y peritajes por daños en vivienda o zonas comunes.
  • Acta notarial o documentos de la comunidad sobre incidentes.

Comunicación formal con el inquilino

Tras revisar contrato y pruebas, el siguiente paso es una comunicación clara y respetuosa. La finalidad es doble: recordar la prohibición de mascotas prohibidas y ofrecer una vía de cumplimiento voluntario. Empieza con un contacto cordial (correo o burofax) en el que cites la cláusula concreta y expliques por qué su tenencia constituye un incumplimiento. Evita juicios de valor; centra el mensaje en hechos, pruebas y consecuencias contractuales.

En el mismo escrito, plantea soluciones: retirada del animal en un plazo determinado, acreditación de seguro de responsabilidad civil si la cláusula lo contempla, compromiso de limpieza y reparación, o adaptación a normas de convivencia (uso de transportín, horarios, control de ruidos). Dar opciones aumenta la probabilidad de acuerdo y demuestra proporcionalidad.

Procura mantener un tono profesional incluso si la respuesta es defensiva. Evita comunicaciones orales sin registro; utiliza canales que permitan acreditar envío y recepción. Si el inquilino niega los hechos, se limita a descalificar o guarda silencio, ese comportamiento también forma parte de la prueba del proceso escalonado que has seguido. Mantén un archivo digital organizado con todo el historial: fecha de envíos, acuses de recibo, respuestas y anexos.

Tip práctico: en la primera carta, adjunta copia de la cláusula de mascotas y un resumen de opciones de cumplimiento. Deja claro que el objetivo es evitar medidas más gravosas.

Requerimiento por escrito y plazos

Si la comunicación inicial no surte efecto, procede con un requerimiento formal por escrito. Lo ideal es un burofax con certificación de contenido, porque acredita lo enviado y su recepción. En el texto, identifica el incumplimiento (tenencia de mascotas prohibidas) y fija un plazo razonable para subsanarlo: retirarlas, reparar daños, entregar justificantes de seguro o cumplir reglas de convivencia. El plazo debe ser suficiente para que el inquilino actúe, pero no excesivo para evitar que el problema se cronifique; suele bastar entre 7 y 15 días según la gravedad.

Incluye una advertencia clara: de no atender el requerimiento, podrás resolver el contrato y reclamar daños. Si hay daños cuantificables, incorpora una estimación de reparación. Si hay que intervenir en zonas comunes, coordina con la comunidad para que la carga probatoria quede bien trazada. Evita mezclar reclamaciones ajenas al objeto del requerimiento; mantén un enfoque preciso y ordenado para no dispersar el mensaje.

Tras el vencimiento del plazo, deja constancia de si el inquilino ha cumplido o no. Si ha retirado la mascota, conviene una verificacion discreta y respetuosa (por ejemplo, mediante confirmación del administrador o cese de incidencias). Si no ha cumplido, estarás en condiciones de activar medidas adicionales: propuesta de resolución de mutuo acuerdo o acción judicial. Siempre que avances de fase, documenta el hito (fecha del vencimiento, reintentos de contacto y nuevas pruebas surgidas).

  • Usa burofax con certificación de contenido.
  • Establece un plazo concreto y razonable.
  • Advierte consecuencias de no cumplir.
  • Archiva acuses y acredita el resultado tras el plazo.

Inspección y mantenimiento

La detección de mascotas prohibidas suele venir acompañada de inquietudes sobre el estado de la vivienda: arañazos en suelos, olores persistentes, pelos en conductos de ventilación o daños en puertas y rodapiés. Una inspección pactada con el inquilino, anunciada con antelación razonable y dentro de los límites de la intimidad, ayuda a evaluar el alcance real. Evita actuaciones unilaterales o invasivas; tu objetivo es documentar, no sorprender. Si accedes, toma fotografías, elabora una relación de desperfectos y acuerda por escrito el plan de reparaciones.

Si el inquilino se niega a cualquier inspección, refuerza la necesidad de pruebas indirectas: informes de olores en zonas comunes, quejas reiteradas, presupuestos de limpieza de conductos, o incluso un informe técnico posterior a la entrega de llaves. Recuerda que la fianza y posibles garantías adicionales están precisamente para cubrir daños más allá del uso normal. Cuanto más precisa sea la valoración, más fácil será compensar económicamente sin litigios largos.

En paralelo, revisa las pólizas de seguro: la del inquilino (si existe) y la del propietario. Algunas cubren daños causados por animales de compañía; otras excluyen expresamente mascotas no declaradas. Solicita al inquilino justificante de su seguro si la cláusula lo exige. En caso de reparaciones, prioriza las urgentes (filtraciones por bebederos, olores intensos) y deja las estéticas para una segunda fase tras normalizar la situación contractual.

Buenas prácticas: actas de inspección firmadas, fotografías con fecha, presupuestos por partidas (suelo, pintura, puertas) y calendario de reparaciones realista.

Mediar y ofrecer alternativas

No todos los conflictos por mascotas prohibidas requieren llegar a juicio. La mediación ofrece soluciones creativas que preservan la relación y evitan costes. Por ejemplo, puedes proponer la retirada de la mascota en un plazo breve con supervisión, el pago de una garantía adicional temporal, la limitación a un solo animal de pequeño tamaño o un protocolo de convivencia (horarios de paseo, prohibición de acceso a ciertas estancias, limpieza profesional periódica). La clave es documentar el acuerdo y fijar consecuencias si se incumple.

Otra alternativa es la resolución pactada del contrato. Si la convivencia ya se ha deteriorado, ambas partes pueden convenir la entrega de llaves en una fecha concreta, con condonación parcial de rentas o devolución acelerada de la fianza a cambio de dejar la vivienda en perfecto estado y asumir determinadas reparaciones. Este tipo de acuerdos son útiles cuando los daños son evidentes o el inquilino no puede prescindir de la mascota.

Si optas por la mediación, sirve de apoyo en herramientas flexibles: redacta minutas claras, establece verificaciones objetivas (p. ej., certificado de adiestramiento o de higiene tras limpieza), y define un único canal de comunicación para evitar malentendidos. La mediación no debilita tu posición; al contrario, evidencia tu voluntad de solucionar el conflicto de forma proporcional. Si fracasa, habrás generado un registro valioso de buena fe para un eventual procedimiento.

  • Retirada pactada de la mascota con plazo y verificación.
  • Garantía adicional temporal y protocolo de limpieza.
  • Limitación de número/tamaño de animales con control.
  • Resolución amistosa con calendario de entrega y reparaciones.

Consecuencias legales y riesgos

La tenencia de mascotas prohibidas puede considerarse un incumplimiento contractual que habilite la resolución del contrato si es grave y acreditado. La gravedad se valora por la persistencia, la intencionalidad, las molestias causadas y los daños materiales. En paralelo, hay responsabilidades por daños y perjuicios cuando se acredita un perjuicio económico (reparaciones, limpiezas, sanciones) directamente derivado de la conducta del inquilino. Según el caso, la comunidad de propietarios también puede imponer medidas disciplinarias o promover acciones por infracción de normas internas.

Para el propietario, los riesgos radican en actuar de forma precipitada: entrar en la vivienda sin permiso, cortar suministros para forzar la salida, o acosar con comunicaciones intimidatorias. Estas conductas pueden constituir infracciones o incluso delitos. Por eso es vital seguir una estrategia escalonada y documentada: aviso, requerimiento, plazo, y acción proporcional. Además, conviene calcular el impacto económico de cada opción: mediación, resolución pactada o vía judicial. Cada paso tiene costes directos (honorarios, tasas, peritajes) e indirectos (tiempos, vacantes, reputación).

No olvides los matices personales: hay situaciones de vulnerabilidad, necesidades especiales o animales de asistencia que pueden exigir un enfoque específico, y que en ciertos contextos gozan de protecciones adicionales. Tratar estos casos con sensibilidad y criterio jurídico evita conflictos mayores y refuerza la imagen de buena fe del propietario. En suma, actúa con firmeza pero con prudencia, apóyate en asesores cuando sea necesario y preserva la trazabilidad de todo el proceso.

Evita: entradas sin consentimiento, cortes de suministros, amenazas o presiones. Prioriza: requerimientos fehacientes, plazos claros y soluciones proporcionadas.

Proceso de desahucio por incumplimiento

Si el inquilino persiste en tener mascotas prohibidas y desoye los requerimientos, puedes plantear la resolución del contrato y el desahucio por incumplimiento. Para maximizar opciones de éxito, prepara un dosier: contrato y cláusulas de mascotas, comunicaciones y burofaxes, pruebas de la tenencia, quejas y actas de la comunidad, presupuestos de daños y, si existen, informes técnicos. Este material permitirá acreditar la gravedad y reiteración del incumplimiento, así como tu actuación proporcional previa.

En la práctica, muchos procedimientos finalizan con allanamiento o acuerdo antes de la vista. Por ello, aun al presentar demanda, mantén abierta la vía negociada: entrega de llaves en fecha, condonaciones parciales, o depósitos para cubrir reparaciones. Es crucial calcular la relación coste-tiempo; un acuerdo adecuado puede ser preferible a un litigio largo, especialmente si el mercado de alquiler ofrece relevo rápido del inmueble.

Una vez recuperada la posesión, realiza una inspección minuciosa y documenta el estado final: fotografías, inventario, lectura de contadores, llaves entregadas y partes de daños. Con esa información, liquida la fianza justificando imputaciones por reparaciones y limpieza cuando proceda. Mantén una actitud transparente y ofrece facturas y presupuestos; la claridad reduce impugnaciones y cierra el conflicto de forma ordenada.

  • Dosier probatorio completo y cronológico.
  • Demanda enfocada en incumplimiento grave y persistente.
  • Negociación paralela para cierre anticipado.
  • Acta de entrega e imputación de fianza con justificantes.

Prevención y cláusulas futuras

La mejor respuesta a las mascotas prohibidas es prevenir el conflicto desde el inicio. En la selección del inquilino, pregunta de forma clara sobre la tenencia de animales y pide que se declare expresamente en la solicitud. Incluye en el contrato una cláusula precisa: prohibición total o parcial, requisitos de autorización previa por escrito, límites por tamaño y número, obligatoriedad de seguro de responsabilidad civil, y un protocolo de limpieza y reparación. Define consecuencias graduadas ante el incumplimiento, desde el requerimiento hasta la resolución, y contempla garantías adicionales o depósitos específicos.

Refuerza el apartado de convivencia: silencio en horarios de descanso, uso de zonas comunes, prohibición de dejar animales solos por periodos prolongados si generan ruidos, y responsabilidad por daños en elementos comunes. Añade anexos prácticos, como una “norma de mascotas” firmada por el inquilino, que detalle conductas permitidas y prohibidas. Cuanto más clara sea la expectativa, menos margen habrá para disputas futuras.

Por último, establece un calendario de revisiones periódicas acordadas en contrato (siempre respetando la intimidad y la ley), y guarda un canal de comunicación preferente para incidencias. Implementa una matriz de riesgos con respuestas predeterminadas: aviso informal, requerimiento, mediación, imputación a fianza y, en último caso, demanda. Esta metodología profesionaliza la gestión del alquiler, reduce improvisaciones y te permite reaccionar con rapidez ante nuevas incidencias.

  • Cláusula de mascotas detallada y firmada.
  • Seguro de responsabilidad civil obligatorio.
  • Anexo de normas de convivencia y limpieza.
  • Revisiones pactadas y matriz de respuesta escalonada.

Preguntas frecuentes

¿Puedo resolver el contrato solo por tener una mascota si el contrato la prohíbe?

Depende de la gravedad y persistencia. La prohibición contractual es una base sólida, pero siempre es aconsejable requerir primero, dar plazo de subsanación y documentar el incumplimiento. Los tribunales valoran la proporcionalidad y la buena fe de ambas partes.

¿Qué pruebas son más útiles?

Fotos y vídeos fechados, quejas de vecinos, comunicaciones del administrador, actas notariales y presupuestos de reparación. Si hay sanciones municipales por ruidos o suciedad, también refuerzan el caso.

¿Y si el inquilino ofrece contratar un seguro y cumplir reglas?

Puedes valorar un acuerdo de mediación: seguro obligatorio, limpieza periódica, límites de tamaño y número, y garantía adicional. Si cumple, el conflicto puede cerrarse sin llegar a juicio.

¿Es legal entrar a la vivienda para comprobar si hay mascota?

No. Solo puedes acceder con consentimiento del inquilino o por resolución judicial. Usa pruebas indirectas y comunicaciones fehacientes para sostener tu posición.

¿La fianza cubre daños de mascotas?

Puede imputarse a reparaciones justificadas y acreditadas, siempre con facturas y un inventario claro del estado inicial y final. Considera también garantías adicionales o seguros para cubrir riesgos específicos.

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