
Qué hacer si el inquilino daña muebles o electrodomésticos
Publicado el 20 de julio de 2025
📖 Tiempo estimado de lectura: 15 min
Índice
- Evaluación inicial de los daños
- Revisión del contrato e inventario
- Pruebas y documentación del daño
- Negociación y acuerdo de reparación
- Uso de la fianza y liquidación
- Reparaciones, presupuestos y sustituciones
- Reclamación formal: burofax
- Vías legales: mediación y arbitraje
- Prevención para futuros alquileres
- Preguntas frecuentes
Evaluación inicial de los daños
Cuando un propietario descubre que el inquilino daña muebles o electrodomésticos, el primer paso es evaluar de forma objetiva el alcance del problema. Actuar con calma y método evita decisiones precipitadas que puedan complicar la reclamación posterior. Realiza una inspección visual minuciosa de cada elemento afectado: mesas, sillas, sofás, colchones, frigoríficos, lavadoras, hornos, microondas y pequeños aparatos. Diferencia entre desgaste razonable por uso normal y daño imputable: rayones profundos, roturas, golpes, quemaduras, piezas faltantes o manipulaciones negligentes no son equiparables al envejecimiento ordinario de los bienes.
Es recomendable anotar la fecha y crear una lista de verificación con una breve descripción de cada daño. Incluye el estado anterior si lo conoces, el estado actual y una estimación de urgencia: por ejemplo, un frigorífico roto afecta la habitabilidad más que una mesa con un arañazo. Si el contrato prevé visitas periódicas o una entrega con inventario, compara lo observado con ese punto de partida. En caso de que el inquilino siga en la vivienda, intenta concertar una visita con preaviso adecuado para revisar juntos los desperfectos; la transparencia desde el inicio ayuda a encauzar el diálogo.
Una evaluación ordenada también implica analizar riesgos: ¿hay un electrodoméstico que pueda causar cortocircuitos? ¿Existe un mueble que, al estar inestable, suponga peligro? En esos supuestos, documenta y corta el suministro o retira el elemento si es imprescindible para la seguridad, dejando constancia por escrito. Recuerda que, aunque el inquilino deba reparar, el propietario conserva el deber de mantener la vivienda en condiciones de uso. Esta fase inicial, bien ejecutada, será la base para decidir si basta con una reparación amistosa, si procede imputar el coste a la fianza o si conviene iniciar una reclamación formal.
Consejo rápido: crea un parte de incidencias con fecha, fotos y lista de daños priorizados (alto, medio, bajo). Te servirá después para negociar o reclamar.
Revisión del contrato e inventario
El contrato de arrendamiento y el inventario firmado en la entrega de llaves son la brújula del propietario cuando el inquilino daña muebles o electrodomésticos. Revisa la cláusula de conservación y uso diligente: suele estipular que el arrendatario debe devolver la vivienda en el mismo estado, descontando el desgaste ordinario. Examina, además, quién asume pequeñas reparaciones derivadas del uso y qué se considera avería estructural o derivada del tiempo. Si el inventario incluye fotografías o descripciones detalladas (marca, modelo, color, estado), compáralas con la situación actual para demostrar cambios, ausencias o deterioros anormales.
Presta atención a menciones específicas: fianza, penalizaciones, obligación de comunicar averías, autorización previa para intervenir en electrodomésticos, y prohibición de manipular instalaciones. Una cláusula bien redactada define qué es daño, cómo se valora y el procedimiento de comunicación. Si no tienes inventario, aún puedes reclamar, pero la carga de la prueba será más exigente. En ese caso, cobra relevancia cualquier evidencia previa: correos de entrega, fotos publicadas en el anuncio, acta de estado, facturas de compra o mantenimiento, y mensajes donde el inquilino reconozca el buen estado inicial.
Si el contrato prevé un mecanismo de resolución de conflictos (mediación o arbitraje), toma nota porque ahorrará tiempo más adelante. También verifica si existe un seguro de hogar con cobertura de daños por actos de terceros o responsabilidad civil del inquilino; algunas pólizas permiten reclamar parte del importe. Documentar que la obligación de cuidado y restitución consta por escrito fortalece la posición negociadora del propietario e incrementa la probabilidad de recuperar el coste de reparación o sustitución sin tener que iniciar un proceso judicial largo y costoso.
Punto clave: inventario + fotos + cláusula de conservación = triplete probatorio que facilita imputar daños a la parte responsable.
Pruebas y documentación del daño
La prueba es el corazón de cualquier reclamación cuando un inquilino daña muebles o electrodomésticos. Empieza por tomar fotografías y vídeos de alta calidad, con buena luz y diferentes ángulos. Incluye planos generales para ubicar el objeto en la vivienda y detalles cercanos de la rotura, golpe, quemadura o pieza faltante. Añade una referencia de escala (una regla o una moneda) para que se aprecie el tamaño del daño. Guarda los metadatos si es posible y nombra los archivos con fecha y descripción breve: “2025-08-13_frigo_puerta_abollada”.
Complementa las imágenes con documentos: inventario inicial, facturas de compra o garantía, tickets de mantenimiento, manuales y cualquier comunicación con el inquilino. Si el electrodoméstico dejó de funcionar tras un uso indebido (por ejemplo, sobrecarga, limpieza con productos abrasivos, manipulación de filtros o instalación incorrecta), intenta obtener un informe técnico. Un peritaje independiente o un presupuesto desglosado del SAT (Servicio de Asistencia Técnica) indicando causa probable y coste de reparación o sustitución aporta un valor probatorio determinante.
Centraliza todo en un único dossier: una carpeta digital con subcarpetas por objeto dañado y un índice de contenidos. Tras ello, comunica por escrito al inquilino la existencia de los daños, adjuntando evidencias y ofreciendo la posibilidad de inspeccionar o aportar su versión. Esta trazabilidad de comunicaciones (correo, mensajería con confirmación de lectura o burofax) demuestra buena fe y fortalece tu posición en caso de controversia. Cuanta más claridad y orden en la documentación, más fácil será negociar, usar la fianza de forma justificada o, si procede, reclamar judicialmente la reparación de los perjuicios ocasionados.
Checklist de prueba: fotos y vídeos, inventario, facturas y manuales, informe técnico o peritaje, comunicaciones fechadas con el inquilino.
Negociación y acuerdo de reparación
Antes de escalar, intenta un acuerdo. Expón los hechos de forma objetiva: “Se ha detectado que el inquilino daña muebles o electrodomésticos concretos (describir) y, según contrato, corresponde su reparación o reposición”. Acompaña con pruebas y un presupuesto orientativo. Proponer opciones evita bloqueos: reparar con técnico homologado, sustituir por modelo equivalente o aplicar un descuento pactado en la liquidación final. La clave es cuantificar: ¿cuánto cuesta devolver el bien a su estado funcional y estético previo? Evita reclamaciones infladas; generan desconfianza y pueden ser rechazadas.
Negocia plazos realistas para reparar o abonar importes, y define quién gestiona al técnico y cómo se verificará el resultado. Si el arrendatario prefiere aportar su propio profesional, exige factura y garantía, y reserva el derecho de inspección final. Es útil firmar un acuerdo sencillo donde conste: bienes afectados, causa del daño (si hay reconocimiento), importe cerrado o rango de costes, plazo de pago, forma de compensación (transferencia, retención sobre la fianza) y consecuencias de incumplimiento. Este documento, aunque sea privado, ordena el proceso y reduce ambigüedades.
Si la relación está tensa, plantea una mediación vecinal o profesional: una tercera parte ayuda a depurar expectativas y llegar a un punto medio. Recuerda que, en ocasiones, una reparación oportuna vale más que una disputa larga; el objetivo práctico es restituir la vivienda y cerrar el arrendamiento sin sobresaltos. La negociación bien conducida acelera la solución, protege la rentabilidad del alquiler y limita el desgaste emocional y económico para ambas partes.
Formato sugerido de acuerdo: descripción del daño, presupuesto adjunto, plazo de reparación/pago, método de verificación y liquidación final.
Uso de la fianza y liquidación
La fianza es la herramienta natural para compensar cuando el inquilino daña muebles o electrodomésticos. No obstante, su aplicación debe ser proporcional y justificada. Primero, cuantifica el coste real: reparación con factura, sustitución por modelo de similares características o depreciación razonable si el bien tenía años de uso. Después, comunica por escrito el desglose: importe de cada daño, base documental y total a detraer de la fianza. Si el coste excede la fianza, indícalo y ofrece vías de pago del diferencial; si es inferior, comprométete a devolver el resto dentro del plazo legal aplicable.
Para evitar controversias, entrega copias de facturas, informes técnicos y fotografías que respalden la liquidación. En muchas jurisdicciones, la retención de la fianza sin causa puede acarrear sanciones o intereses, por lo que conviene actuar con rigor. Cuando existan gastos pendientes de suministros, limpia, llaves perdidas o pequeños desperfectos adicionales, inclúyelos con claridad y evita mezclar conceptos difusos. Si el inquilino discrepa, una hoja de liquidación detallada facilita la mediación o el arbitraje posterior.
En paralelo, recuerda que la fianza no cubre daños estructurales o responsabilidades más graves si no se pacta lo contrario; en esos casos, deberás considerar una reclamación específica. Mantener una política consistente —siempre facturas, siempre comunicación escrita, siempre plazos— estandariza el proceso y reduce el riesgo de disputas. Con una liquidación bien armada, la mayoría de casos se resuelven sin necesidad de acudir a tribunales.
Buenas prácticas: desglose por objeto, facturas adjuntas, cálculo de depreciación, plazos claros de devolución o cobro del excedente.
Reparaciones, presupuestos y sustituciones
Cuando el inquilino daña muebles o electrodomésticos, elegir entre reparar o sustituir depende de tres variables: seguridad, coste y vida útil remanente. Solicita al menos dos presupuestos de técnicos o talleres homologados. Un informe breve que incluya diagnóstico, piezas a reemplazar, mano de obra y garantía aporta transparencia. Si la reparación supera un porcentaje razonable del valor de reposición (por ejemplo, el 50–60%), suele ser más eficiente sustituir por un modelo equivalente en prestaciones, eficiencia energética y gama.
En muebles, valora la posibilidad de restauración (lacas, tapicería, herrajes) frente a reemplazo. En electrodomésticos, prioriza la seguridad eléctrica y la disponibilidad de repuestos. Documenta el criterio elegido: si sustituyes, guarda la oferta del nuevo equipo, la factura y la retirada del antiguo. Evita “mejoras encubiertas”: no es razonable pasar de una lavadora básica a una de alta gama a cargo del inquilino salvo acuerdo. El objetivo es reponer el estándar inicial, no mejorarlo sin causa.
Tras la intervención, revisa que el bien funcione correctamente y conserva la garantía a nombre del propietario. Si el arrendatario continúa en la vivienda, define por escrito el uso debido y la obligación de comunicar incidencias de inmediato. Este enfoque técnico y trazable acelera la vuelta a la normalidad, reduce reclamaciones cruzadas y protege el valor del inmueble a medio plazo.
Tip operativo: usa una hoja de comparación simple (reparación vs. sustitución) con criterios de coste, plazo, garantía y riesgo para justificar la decisión.
Reclamación formal: burofax
Si la negociación no prospera, el siguiente paso es la reclamación formal. El burofax con certificación de contenido y acuse de recibo es una vía eficaz para fijar tu posición cuando el inquilino daña muebles o electrodomésticos y no asume su reparación. El escrito debe ser claro y concreto: identificación de las partes, descripción de los daños con fechas, referencia al contrato e inventario, cuantificación con base documental (presupuestos, facturas, peritaje) y requerimiento de pago o reparación en un plazo determinado.
Incluye datos bancarios para el ingreso, alternativa de reparación con técnico concreto y advertencia de que, en caso de incumplimiento, iniciarás las acciones legales oportunas, incluida la compensación con la fianza y la reclamación del resto. Adjunta copia digital de pruebas y conserva el justificante de envío y recepción. Este paso suele desbloquear conflictos, porque formaliza la controversia y muestra determinación. Además, prepara el terreno para un procedimiento monitorio, arbitral o de mediación si el desacuerdo persiste.
Mantén el tono profesional: céntrate en hechos y documentos, evita juicios de valor o amenazas impropias. Un burofax bien estructurado demuestra diligencia, acelera acuerdos y, si finalmente litigas, será una pieza probatoria esencial para acreditar tu reclamación.
Estructura mínima: hechos probados, base contractual, cuantía y plazo, advertencia de acciones, anexos probatorios, datos de pago.
Vías legales: mediación y arbitraje
Cuando el acuerdo es imposible, las vías legales ofrecen alternativas con diferente coste y duración. La mediación es voluntaria y confidencial: un tercero imparcial facilita el diálogo para alcanzar un pacto. Es ágil y económica; resulta útil en daños moderados y relaciones donde las partes desean evitar la judicialización. El arbitraje, si está pactado en el contrato o lo aceptan posteriormente, permite una resolución vinculante por un árbitro especializado; suele ser más rápido que un juicio y su laudo es ejecutable.
Si optas por la vía judicial, el procedimiento monitorio puede ser adecuado para deudas líquidas, determinadas y exigibles: aportas facturas, burofax y prueba documental del daño causado por el inquilino. En casos complejos o de cuantías elevadas, se tramitará un procedimiento declarativo donde la prueba pericial cobra protagonismo. Valora siempre la relación coste-beneficio: honorarios, tiempos y probabilidad de cobro efectivo. A veces, una quita razonable a cambio de pago inmediato maximiza el resultado.
Sea cual sea la vía, prepara un expediente ordenado: contrato, inventario, comunicaciones, peritajes, presupuestos, facturas y la cronología completa. Este “paquete probatorio” incrementa notablemente tus opciones de éxito y reduce sorpresas procesales.
Decisión informada: mediación (consenso), arbitraje (rapidez con fuerza vinculante), judicial (mayor formalidad y prueba).
Prevención para futuros alquileres
Prevenir es siempre más barato que reclamar. Un inventario fotográfico exhaustivo al inicio, firmado por ambas partes, reduce disputas cuando el inquilino daña muebles o electrodomésticos. Incluye número de serie, estado, marca y modelo. Añade un anexo de “normas de uso” para electrodomésticos (limpieza de filtros, productos permitidos, cargas máximas), y establece obligación de comunicar incidencias en 24–48 horas. Instala protectores (salvamanteles, topes, fundas lavables) y define en el contrato la responsabilidad sobre golpes, quemaduras y manipulación indebida.
Otra medida eficaz es programar revisiones preventivas semestrales con preaviso, centradas en mantenimiento básico y detección temprana de problemas. Ofrece un canal de atención ágil (correo o formulario) para solicitudes de reparación, y documenta cada intervención. Considera seguros de hogar con cobertura de responsabilidad civil del inquilino o cláusulas específicas que prevean retenciones adicionales si se entrega mobiliario de alto valor. Estándarízalo todo en plantillas: inventario, parte de incidencias, hoja de liquidación y modelo de burofax.
Por último, selecciona inquilinos con referencias contrastables y explica las expectativas desde el principio. Una comunicación clara reduce malentendidos y protege la vivienda. Invertir tiempo en prevención te ahorrará costes, estrés y conflictos a la salida del arrendamiento.
Kits útiles: plantilla de inventario con fotos, guía de uso de electrodomésticos, protocolo de incidencias, checklist de salida y hoja de liquidación.
Preguntas frecuentes
¿Qué se considera desgaste normal frente a daño? El desgaste normal es el deterioro por uso ordinario (decoloración leve, pequeñas marcas). El daño atribuible al inquilino incluye roturas, quemaduras, golpes y fallos por uso indebido. La clave está en comparar el estado inicial (inventario) con el final y, si procede, respaldarlo con un informe técnico.
¿Puedo retener toda la fianza si hay daños? Solo el importe necesario para reparar o reponer. Debes justificarlo con presupuestos o facturas, y devolver el resto en el plazo legal. Si el coste supera la fianza, puedes reclamar la diferencia por escrito y, si no hay acuerdo, iniciar un procedimiento.
¿Quién elige al técnico para reparar electrodomésticos? Lo ideal es un servicio homologado escogido por el propietario, con presupuesto y garantía. Si el inquilino propone un técnico, exige factura formal y reserva derecho de verificación. La prioridad es restituir funcionalidad y seguridad, no abaratar a costa de calidad.
¿Qué hago si el inquilino niega su responsabilidad? Refuerza la prueba: inventario, fotos, peritaje y comunicaciones. Envía un burofax con requerimiento y plazo. Ofrece mediación. Si persiste el desacuerdo, valora arbitraje o acción judicial según cuantía y probabilidad de cobro.
¿Cuándo conviene sustituir y no reparar? Si el arreglo supera un porcentaje relevante del valor de reposición, no hay repuestos o la seguridad queda comprometida, la sustitución por un modelo equivalente es la opción racional. Documenta siempre el criterio (coste, garantía, vida útil).
Recuerda: orden, prueba y comunicación clara son tus mejores aliados para resolver daños de muebles y electrodomésticos sin conflictos prolongados.