
Qué hacer si el inquilino modifica la vivienda sin permiso
Publicado el 31 de julio de 2025
📖 Tiempo estimado de lectura: 17 min
Índice
- Marco legal: obras sin permiso
- Cómo detectar modificaciones no autorizadas
- Primeras actuaciones del arrendador
- Requerimiento formal y burofax
- Opciones legales: restitución, indemnización y resolución
- Fianza, seguros y reparaciones
- Inspecciones, acceso y coordinación de obras
- Cláusulas contractuales recomendadas
- Casos especiales: comunidad y elementos comunes
- Modelos rápidos y checklist
- Preguntas frecuentes
Marco legal: obras sin permiso
Cuando un inquilino modifica la vivienda sin permiso del propietario, se produce un incumplimiento contractual que suele estar expresamente prohibido en el contrato de arrendamiento y, además, está limitado por la normativa de arrendamientos urbanos. Por “modificaciones” se entienden tanto obras que alteran la configuración o distribución (tirar un tabique, cambiar una puerta de lugar, abrir un hueco) como intervenciones que afectan instalaciones (fontanería, electricidad, gas), acabados relevantes (suelo, carpintería) o elementos comunes del edificio. La idea clave es que el inquilino solo puede realizar pequeñas mejoras o adaptaciones reversibles, y cualquier obra que afecte a la estructura, seguridad, estética o valor del inmueble requiere autorización previa y por escrito del arrendador.
La distinción entre mantenimiento ordinario y obra es crucial. Reparaciones menores necesarias para un uso normal (p. ej., sustituir una junta del grifo) no se consideran “modificación de la vivienda”, mientras que cambiar la grifería completa por un modelo diferente o mover tomas de agua sí puede ser una modificación relevante. El contrato manda: si existe una cláusula de “prohibición de obras sin permiso” o “obligación de restitución al estado originario”, su incumplimiento habilita al arrendador a exigir la vuelta a la situación anterior, reclamar daños y perjuicios e, incluso, instar la resolución del contrato si el perjuicio es grave.
Idea práctica: la autorización debe ser previa, específica y por escrito. Las autorizaciones verbales son difíciles de probar; una simple conversación por mensajería no siempre basta. Exija croquis, memoria de calidades, responsable de obra y compromiso de restitución si fuera necesario.
Más allá del contrato, pueden entrar en juego normas municipales (licencias o comunicaciones de obra), reglamentos técnicos y, en su caso, criterios de la comunidad de propietarios. Si el inquilino altera instalaciones comunes o fachadas, el problema se agrava y puede generar sanciones o requerimientos administrativos contra la propiedad. Por ello, actuar temprano y documentar todo es esencial para proteger el valor del inmueble y su seguridad jurídica.
Cómo detectar modificaciones no autorizadas
La detección temprana reduce costes. Muchos propietarios descubren las obras sin permiso al finalizar el contrato, cuando ya es tarde para negociar una solución ágil. Para evitarlo, conviene planificar visitas periódicas de inspección pactadas en el contrato, con preaviso razonable y en horarios de mutuo acuerdo. Estas visitas permiten verificar el estado general, chequear humedades, grietas, cambios de elementos, y confirmar que la vivienda se usa conforme a lo pactado.
Las señales habituales de modificaciones no autorizadas incluyen: olor a pintura o disolvente persistente; escombros o sacos en zonas comunes; presencia de herramientas o maquinaria; ruido de obra continuado; cambios visibles en revestimientos; nuevos enchufes o puntos de luz; variaciones en la presión del agua tras alteraciones de fontanería; y, en casos más graves, modificaciones de muros o carpinterías. Fotografías comparativas del estado inicial (inventario con imágenes al entregar las llaves) son fundamentales: permiten cotejar acabados, ubicaciones de enchufes, radiadores, puertas y tabiques.
- Revisa el inventario fotográfico y la descripción técnica inicial.
- Programa inspecciones razonables con preaviso escrito.
- Pregunta por ruidos, sacos o materiales en zonas comunes.
- Comprueba instalación eléctrica, llaves de paso y radiadores.
Consejo: guarda registros (fotos con fecha, correos, mensajes) y, si detectas indicios serios, solicita acceso para verificar con un profesional (aparejador o arquitecto). Su informe técnico será clave si hay que exigir restitución o reclamar daños.
En caso de negativa injustificada del inquilino a permitir una visita razonable, insiste por escrito y recuerda la obligación contractual de conservar la vivienda y facilitar comprobaciones legítimas. Ser firme, pero respetar la privacidad y el domicilio del arrendatario es imprescindible: no se puede entrar sin consentimiento o autorización judicial. Documentar cada intento de visita reforzará tu posición ante una eventual reclamación.
Primeras actuaciones del arrendador
Si confirmas que el inquilino ha modificado la vivienda sin permiso, actúa con rapidez y método. Lo primero es fijar los hechos: fotografías, vídeos y, si procede, un informe técnico que describa la intervención, su alcance, riesgos y el coste estimado de revertirla. A continuación, revisa el contrato: cláusulas de obras, prohibiciones, obligaciones de mantenimiento, penalizaciones y régimen de fianza. Con ese marco, plantea una comunicación inicial para abrir la vía amistosa y dar oportunidad de regularizar.
Estructura esa comunicación en cuatro bloques: (1) Descripción de las modificaciones observadas y fecha de detección; (2) Referencia contractual a las cláusulas incumplidas; (3) Exigencia concreta: cese inmediato de obras, restitución al estado original o solicitud formal de autorización con proyecto y garantías; (4) Plazo para responder y advertencia de acciones legales si no hay solución. Mantén un tono profesional, claro y no agresivo: muchas situaciones se reconducen cuando el arrendatario comprende las consecuencias legales y de costes.
- Reunir evidencia: fotos con fecha, informe técnico, inventario inicial.
- Revisar contrato y normativa aplicable.
- Enviar comunicación inicial por canal trazable.
- Ofrecer alternativas: regularización o restitución.
Plantéate: si la obra aporta valor, puede negociarse una autorización condicionada: responsabilidad del inquilino, licencias, empresa instaladora, seguro de RC y compromiso de dejar la vivienda como estaba al finalizar, salvo pacto contrario por escrito.
Si la respuesta es evasiva o no llega, pasa al requerimiento formal por burofax. Evita llamadas sin seguimiento documental. Un calendario claro (48–72 horas para cesar la obra, 7–10 días para proponer restitución o regularización) te ayudará a demostrar diligencia y buena fe, elementos valorados si el conflicto termina en sede judicial.
Requerimiento formal y burofax
El burofax con certificación de texto y acuse de recibo es la herramienta más eficaz para dejar constancia de tu postura. Debe identificar a las partes, describir las modificaciones sin permiso, invocar las cláusulas contractuales vulneradas y requerir —con plazo— el cese de la obra y la restitución al estado original, o la presentación de un plan de regularización con documentación técnica y licencias. Añade advertencia expresa de que, ante incumplimiento, se reclamarán daños y perjuicios, se dispondrá de la fianza y, en casos graves, se podrá instar la resolución del contrato.
Sé preciso en los plazos y en las consecuencias de no atender el requerimiento. Incluye un medio de contacto para coordinar inspecciones y, si procede, cita para una visita técnica. Adjunta fotografías y, si ya lo tienes, un preinforme profesional. Si la comunidad de propietarios puede verse afectada (fachada, bajantes, instalación eléctrica común), notifica también al administrador para que, en su ámbito, adopte medidas preventivas.
- Objeto: cese de obras y restitución o regularización.
- Plazos: cortos pero razonables (72 horas cese; 10 días plan).
- Prueba: fotos, inventario, informe técnico preliminar.
- Advertencias: indemnización, fianza, resolución y costes.
Tip: conserva el resguardo del burofax y las devoluciones postales. Si no se recoge, la remisión al domicilio contractual y la certificación del contenido te ayudarán a demostrar que actuaste de forma correcta.
Una vez enviado el requerimiento, evita tolerar nuevas actuaciones sin respuesta formal. Si el inquilino se ofrece a regularizar, exige documentación técnica, acreditación de la empresa y seguro, y comprueba que las intervenciones no comprometen garantías, habitabilidad o seguros del continente. Si no hay colaboración, valora iniciar acciones judiciales, especialmente si la obra es estructural, peligrosa o afecta a terceros.
Opciones legales: restitución, indemnización y resolución
Frente a las obras sin permiso, las vías habituales son tres: exigir la restitución de la vivienda a su estado originario, reclamar indemnización por los daños y perjuicios ocasionados, y, en supuestos de gravedad, promover la resolución del contrato con lanzamiento. La elección depende del alcance de la intervención, el coste de devolver la vivienda a su estado, el impacto en el valor del inmueble y la buena o mala fe del inquilino.
La restitución obliga al arrendatario a deshacer la obra y reponer materiales equivalentes. Si no la ejecuta voluntariamente, el arrendador puede hacerlo por su cuenta y reclamar el coste, junto con rentas perdidas por imposibilidad temporal de alquiler. La indemnización cubre daños materiales (p. ej., rotura de revestimientos, instalaciones) y daños emergentes o lucro cesante (tiempo sin poder comercializar la vivienda). La resolución, por su parte, requiere acreditar incumplimiento grave: obras que alteran seguridad, estructura, elementos comunes, o negativa reiterada a regularizar.
- Restitución: regreso al estado original y costes a cargo del inquilino.
- Indemnización: materiales, mano de obra, peritaje, pérdida de rentas.
- Resolución: si el incumplimiento es grave o persistente.
Estrategia: comienza por la restitución y abre vía de negociación. Si hay resistencia, combina con reclamación de daños. Reserva la resolución para casos serios o cuando la relación esté rota y la ocupación cause perjuicios continuados.
Sea cual sea la vía, apóyate en un informe técnico y en presupuesto detallado de reparación. Estos documentos dan objetividad a la reclamación y acotan la discusión al ámbito económico y técnico, reduciendo la confrontación personal. Si la modificación ha incrementado el valor y te interesa conservarla, puedes aceptar la obra, pero deja constancia por escrito de que la asumes sin compensación para el inquilino, salvo que se pacte lo contrario.
Fianza, seguros y reparaciones
La fianza cumple una función de garantía frente a daños en la vivienda. Si el inquilino modifica la vivienda sin permiso y deja desperfectos o costes de restitución, la fianza puede aplicarse a cubrirlos. Es imprescindible acreditar esos costes con facturas y, preferiblemente, con un informe técnico o pericial. Recuerda que la fianza no es un “tope”: si el daño supera su importe, puedes reclamar la diferencia. En contratos con garantía adicional (depósitos complementarios o avales), su uso debe seguir lo pactado.
En paralelo, revisa tu póliza de seguro del hogar (continente) y, si procede, la de responsabilidad civil del inquilino. Muchas pólizas excluyen obras no autorizadas o daños por mala praxis de reformas; otras podrían cubrir siniestros derivados (p. ej., un escape de agua por una intervención incorrecta). Comunica el siniestro al asegurador con prontitud, aportando evidencias. Si hay terceros afectados (vecinos), la coordinación entre aseguradoras puede evitarte costes imprevistos y conflictos añadidos.
- Imputa a fianza solo con prueba de costes reales.
- Reclama el exceso sobre fianza si procede.
- Activa pólizas de continente y RC sin demora.
- Conserva facturas, partes y peritaciones.
Práctico: al finalizar el arriendo, realiza una inspección de salida con acta, fotos y lectura de contadores. Si detectas modificaciones, haz constar la obligación de restitución y el destino de la fianza para dejarlo cerrado.
Cuando las reparaciones sean urgentes (riesgo eléctrico, fuga de agua), actúa de inmediato por razones de seguridad y conserva las evidencias. Informa al inquilino por escrito y entrega copia de facturas. La diligencia en evitar daños mayores también te protege frente a reclamaciones por inacción.
Inspecciones, acceso y coordinación de obras
El derecho de acceso del arrendador para verificar el estado de la vivienda debe ejercerse con respeto a la intimidad del inquilino y de acuerdo con lo pactado en el contrato. Lo ideal es fijar un protocolo: preaviso de 48–72 horas, ventana horaria razonable y posibilidad de ir acompañado de técnico. Si el inmueble necesita actuaciones de conservación a cargo del propietario, hay que coordinarlas con el inquilino; si es el inquilino quien ha provocado una situación de riesgo, puede imponerse una visita urgente para evitar daños.
En caso de obras de restitución, define con claridad el alcance: partidas, materiales, plazos, horario de trabajo y gestión de residuos. Evita improvisaciones: solicita presupuestos cerrados, designa responsable y exige medidas de protección (cubiertas, limpieza, control de polvo). Si la obra afecta a instalaciones que requieren corte temporal de suministros, comunícalo con antelación y pacta el calendario para minimizar molestias.
- Preaviso y consentimiento documentados.
- Visita técnica con acta y fotos.
- Plan de restitución con partidas y plazos.
- Gestión de licencias y residuos según normativa.
No olvides: la comunidad de propietarios puede exigir requisitos (horarios, uso de ascensor, protección de zonas comunes). Coordina con el administrador para evitar sanciones y quejas vecinales.
Si el inquilino bloquea el acceso de forma reiterada pese a requerimientos razonables, anota cada negativa y valora medidas legales. La intervención de un notario para levantar acta de la negativa o la solicitud de medidas cautelares pueden ser necesarias cuando la integridad del inmueble está comprometida.
Cláusulas contractuales recomendadas
Prevenir es más barato que litigar. Incluir cláusulas claras sobre obras y modificaciones reduce riesgos y facilita la gestión si aparecen conflictos. Una redacción eficaz debe: prohibir expresamente las obras sin autorización previa y por escrito; definir qué se entiende por “modificación” y qué actos se consideran mantenimiento ordinario; exigir que cualquier obra autorizada sea ejecutada por profesionales habilitados, con licencias, seguro de responsabilidad civil y cumplimiento de normativa; y prever la restitución al estado original salvo pacto en contrario, con garantía económica si procede.
Además, conviene incorporar un inventario detallado con fotografías y descripciones de calidades; un régimen de visitas de inspección; y una cláusula de penalización o retención preferente de fianza en caso de obras no autorizadas. Si se permiten pequeñas mejoras (p. ej., pintar), limita colores y calidades, e introduce la obligación de repintar a colores neutros al finalizar. Para instalaciones, pide certificados y boletines de conformidad, con copia al propietario.
- Prohibición de obras sin permiso previo por escrito.
- Definición de “modificación” vs. mantenimiento ordinario.
- Profesionales habilitados, licencias y seguro obligatorio.
- Inventario fotográfico y protocolo de inspección.
- Restitución obligatoria y penalización económica.
Extra: añade una cláusula de comunicación inmediata al propietario ante cualquier incidencia técnica derivada de reformas. La rapidez evita daños mayores y disputas sobre responsabilidades.
Finalmente, contempla un mecanismo de resolución de controversias (mediación o arbitraje) que, aunque no sustituye vías legales necesarias, puede acelerar acuerdos prácticos cuando el conflicto es económico o técnico.
Casos especiales: comunidad y elementos comunes
Las modificaciones sin permiso que afectan a elementos comunes —fachada, patios, forjados, bajantes, cubierta— son especialmente delicadas. El inquilino no puede decidir por su cuenta abrir huecos, instalar aparatos en fachada, canalizaciones por patios, ni manipular contadores o derivaciones comunitarias. Si lo hace, además del conflicto arrendador–arrendatario, se genera un problema frente a la comunidad de propietarios e incluso ante la administración por infracciones urbanísticas.
En estas situaciones, hay que actuar en paralelo: comunicar al administrador, requerir al inquilino el cese y la restitución inmediata y, si existe riesgo para la seguridad, avisar a servicios técnicos. La comunidad puede reclamar al propietario los daños o la retirada de instalaciones no autorizadas, por lo que conviene demostrar que has sido diligente y que el autor real de la intervención ha sido el inquilino. De nuevo, el informe técnico y las notificaciones fehacientes marcan la diferencia.
- Afectación de fachada y estética: especial protección y requisitos.
- Instalaciones comunes (agua, gas, electricidad): intervención prohibida.
- Ruidos y molestias: horarios de obra y convivencia vecinal.
- Sanciones municipales: licencias y órdenes de restitución.
Alerta: si hay riesgo estructural o de seguridad (gas, electricidad, elementos portantes), prioriza la contención del riesgo y documenta actuaciones de urgencia. La seguridad prima sobre el conflicto contractual.
Cuando la vivienda esté en edificio protegido o en zonas con normativa específica, las exigencias se multiplican. Asegúrate de que cualquier regularización cuente con proyectos y permisos adecuados; de lo contrario, los costes de deshacer la obra se dispararán y recaerán sobre quien la ejecutó sin permiso.
Modelos rápidos y checklist
Disponer de textos base y un checklist operativo te ayudará a reaccionar con orden cuando el inquilino modifica la vivienda sin permiso. Adapta los modelos a tu caso concreto y evita adjetivos o reproches: la claridad y la objetividad facilitan acuerdos o, en su defecto, sostienen tu reclamación.
Mensaje inicial (email o mensajería): “Hemos detectado modificaciones en la vivienda situada en [dirección], consistentes en [describir]. Recordamos que el contrato prohíbe obras sin autorización previa por escrito. Solicitamos información y cese inmediato de cualquier intervención. Proponemos visita el [fecha] a las [hora] para revisar y acordar pasos. Quedamos a la espera de confirmación.”
Requerimiento por burofax (extracto): “Por la presente se le requiere para que, en el plazo de 72 horas, cese cualquier obra en curso y, en el de 10 días, reponga la vivienda a su estado original o presente propuesta de regularización con documentación técnica y licencias. Se le advierte que, en caso contrario, se reclamarán daños y perjuicios, se aplicará la fianza y se valorará la resolución del contrato.”
- Inventario e imágenes iniciales localizadas.
- Fotos y vídeos actuales con fecha.
- Informe técnico o preinforme solicitado.
- Comunicación inicial enviada y archivada.
- Burofax preparado con plazos y consecuencias.
- Contactado administrador de fincas si procede.
- Presupuestos de restitución y calendario tentativo.
Este esquema te permite actuar rápido sin dejar cabos sueltos. Cada documento que generes (mensaje, acta, presupuesto) suma trazabilidad y credibilidad a tu posición, tanto para negociar como para litigar.
Preguntas frecuentes
¿Puede el inquilino pintar sin pedir permiso? Depende de lo pactado. Si el contrato permite pintar con colores neutros y reversibles, bastará con repintar al finalizar. Si no se prevé, exige autorización previa, especialmente si se trata de colores intensos o acabados especiales que encarezcan la restitución.
¿Qué hago si ha tirado un tabique? Documenta con fotos e informe técnico, requiere la restitución por burofax y valora la resolución del contrato si hay afectación a estructura o seguridad. Pide proyecto y licencias si el inquilino propone regularizar; de lo contrario, inicia la restitución por tu cuenta y reclama el coste.
¿Puedo quedarme con la fianza para cubrir daños? Sí, si acreditas costes reales de reparación o restitución. La fianza puede aplicarse a esos conceptos; si no alcanza, reclama la diferencia con facturas y peritaje.
¿Y si la obra mejora el piso? Puedes aceptarla, pero deja constancia por escrito de que no conlleva compensación al inquilino salvo pacto expreso. Valora implicaciones en garantías, seguros y normativa antes de asumirla.
¿Qué pasa si el inquilino no permite la inspección? Insiste por escrito con preaviso razonable. Si persiste la negativa y hay riesgo, busca asesoramiento para medidas legales. Un acta notarial de negativa y la documentación de tus intentos serán útiles.